EL LABERINTO DE ARIADNA

Veo alejarse el barco de Teseo, príncipe de Atenas. Acaba de dejarme abandonada en esta minúscula isla y debería estar más que enojada pero… sí, no te sorprendas, en mis labios aflora una sonrisa. ¿Por qué? Porque no ha hecho mas que cumplir con mis deseos. Aquí es donde quería estar porque aquí es donde él podrá venir a buscarme. No, no me refiero a Teseo, tonto, me refiero a… Pero mejor te cuento la historia desde el principio.

Me llamo Ariadna y soy hija del rey Minos de Cnosos y la reina Pasifae, la que se volvió loca de amor por un toro y dio a luz al Minotauro. ¿Has oído la historia? Por supuesto, todo el mundo la conoce. Yo tuve que vivirla de pequeña y créeme cuando te digo que es algo que aun no he superado. Cuando esa bestia nació, mi padre, que tiene una mente bastante retorcida, pensó que podría utilizar su mera existencia para mantener aterradas a las ciudades que están bajo su dominio y en lugar de matarlo, que es lo que cualquiera con dos dedos de frente hubiera hecho, lo encerró en el laberinto que Dédalo había construido y empezó a exigir a cada ciudad sometida, como parte del tributo anual, a siete muchachos y siete doncellas para ofrecerlos en sacrificio.

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