CYRANO.
¡Marchaos! Un momento… Decidme, ¿por qué miráis tanto mi nariz?
EL IMPERTINENTE. (Asustado.)
¡Que yo miraba…!
CYRANO.
¿Qué tiene de extraño?
EL IMPERTINENTE. (Retrocediendo.)
Vuestra señoría se equivoca.
CYRANO.
¿Es blanda y colgante como una trompa?
EL IMPERTINENTE. (Retrocediendo.)
Yo… no…
CYRANO.
¿O encorvada como el pico de un buho?
EL IMPERTINENTE.
Yo…
CYRANO.
¿O acaso tiene una verruga en la punta?
EL IMPERTINENTE.
Pero si…
CYRANO.
¿O alguna mosca por ella se pasea?… ¡Contestadme! ¿Tiene algo de extraño?