I –
Ahora que estoy borracho me doy cuenta de porque hace tiempo que ya no escribía! Mi vida sin bacus era teriblemente aburrida. Mi madre en mi pubertá se preocupaba por mi. Me creía algo subnormal. Aprendia todo a la perfeccion, pero me comia cualquier libro como si fuera un plato frio y soso, solo por hambre. Mas tarde estubo segura de que sí lo estaba, porque solo con las primeras borracheras empecé a cojerle gusto a la vida.
Aparte de que he perdido mi musa. Es un ser cyebrnetico que he perdido desde que ya no tengo facil aceso a la red. Hada hermosa y siniestra, vampiro dada que chupa de mis letras provocativas e inutiles, criatura hecha de fibra optica y cuchillas de afeitar.
II-
Era un deciembre jodidamente frio. En un gesto de amor invernal Dios se habia corrido encima de la ciudad. Pero es sabido que el hombre no tiene respeto por el amor de su criador. Todas las calles eran enguarradas por una pota gris hecha de nieve y esmog. Y pantanos de nieve derritida que se mezclaba al agua que brotaba de las cloacas.
14 años. Billy esperaba la llamada sentado en el camastro de su celda. La mirada fija en la pared mirando a la nada. El roncar de su compañero le llevaba a un trance de recuerdos, los recuerdos de su padre, el fantasma, taladrandole el cerebro. El padre que tubo la genial idea de acsusarlo de criminal para alejarlo de su vida. La nada atraviesaba su cerebro y su cuerpo como si fuera un muelle tenido bajo presion.
Pasos.
Llaves.
Cerrojo.
5446 pongase en pies!
Cara a la pared del fondo!
Desnudese!
90º!
Hoy es mañana. Mañana es ayer.
Ya no. Recorrió los pasillos de barrotes con una emocion indescribible. Impaciancia? Porfin fuera.
Ahí estaba el cabron. Se habia maquillado de una sonrisa paternal que exprasaba su perdon. Los brazos abiertos esperando su abrazo. Ven aquí pequeño. Como has crecido! Tienes todo mi perdon. Estoy ilumnado por una luz como en la television. Te llevaré a casa para que crezcas fuerte y con los buenos enseñamentos que tu abuelo, mi padre, me dió.
Billy lo miró con una sonrisa ambigua, siniestra. Corrió hacia él para abrazarlo y cuando finalmente pudo reconocer su olor vomitivo deslizó el pincho del mango de la chaqueta, se lo clavó en la juglar y hechó a correr.
Nunca mas pudieron cojerle.
III –
Un dia de sol, de floraciones y de nubes beaudelairianas, apareció Naruto. En la casa donde Billy vivía, había teles, ordenadores, cocinas y neveras, consolas, herramientas de todos tipos, equipos de música… Naruto había nacido en Roma y crecido en Madrid, había nacido en Vitoria, había nacido en Bombay y crecido en Londres, de padre nazi asesinado y madre francesa, de padre terrorista, de padres desconocidos…. Había recorrido el mundo, era un ninja, era un hacker, era experto en armas y había pasado las fronteras de media Europa con cargas de sustancias ilegales. Tocó con grupos famosos y participó en atracos y atentados, escaló montañas, navegó en pateras, rodó peliculas y combatió en guerrilas. Pero, sobre todo, vivía en una chabola ahí cerca, marginado y despreocupado. Su keli estaba amueblada únicamente por un colchón, una minicadena y un gato.
A Billy le pareció genial poder conocer a una persona con tanta historia. Era entrañable y deseaba hacer amistades. Los otros de la casa se pasaban los días escuchando discos, mirando la tele o naufragando en la red. Billy se entretenía bebiendo birras y escuchando la incesante habla anfetaminosa de Naruto, que empezó a pasarse todos los días.
Florecieron los candados en las puertas de las habitaciones. Billy no paraba de poner parches a la mala imagen de Naruto, el duende garrapata, ya que los colegas no estaban del todo contentos con su presencia en la casa.
Una noche llegó lo inevitable para cualquier casa ocupada: puerta abajo, gritos y uniformes por doquier. Tuvieron la suerte de poder recoger todas sus pertenencias, pero no sabían dónde llevarlas y pasaron unas horas en la calle, con todos los cacharros sembrados por la acera. Por fin, Naruto tuvo la oportunidad de ganarse el respeto de todos. Su chabola se llenó de diez mil trastos. Cocina con bombona llena, microondas, radiales, nevera repleta de comida hasta reventar, ordenadores…! Pegaba brincos de alegría y sus ojos parecían los de un niño delante de un árbol de Navidad.
Se movía por todos lados como loco leyendo libros, enchufando máquinas y mirando películas a la vez, como si tuviera los ocho brazos de la diosa Shiva. Enchufó la playstation y se hartó de jugar, demostró sus habilidades de hacker, de soldador profesional, de cocinero. A Billy y a los demás, les pareció que sí, de verdad había hecho y sabía hacer todo lo que iba contando, aunque Billy entendió que sus ratos de ocio imaginativo estaban destinados a acabarse.