TIC-TAC O EL SUEÑO DE UN RELOJ DE ESTACION

Lo colocaron allí durante el verano del 56 porque el anterior había acabado estropeándose irremisiblemente después de tantos años de funcionamiento regular y perfecto. Era un reloj sencillo de formas, circular, de grandes números negros que contrastaban con la esfera blanca sobre la que iban girando sus manecillas indicando la hora y los minutos día tras día.

Fue feliz el día que los operarios lo colocaron sobre la puerta de la estación de trenes, colgado de la pared mirando siempre hacia los andenes y las vías, porque se abrió ante sus ojos un mundo nuevo de gentes cambiantes que se movían pasando por debajo de él, caminando, corriendo, cantando, llorando, riendo; y porque todos, en un momento u otro, acababan mirándolo.

Era un reloj sencillo, de una estación sencilla, en un pueblo de gentes sencillas. Hasta él no llegaron las noticias de las revoluciones estudiantiles que sacudieron otros países, no supo nunca de las manifestaciones multitudinarias de las grandes ciudades, del nacimiento o muerte de personajes importantes, de los cambios políticos. Era un simple reloj que se limitaba a señalar la hora a las personas que, impacientes, esperaban la llegada del tren.

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Diario de Akeru CXVIII

2-cr-desnudo-bajo-la-lluviaHikarí.

Sus ojos siempre han sido hermosos y alegres como una fiesta de cumpleaños con muchos globos y un gran pastel; el pastel ha desaparecido y los globos han reventado. Y no me extraña, despues de lo ocurrido.. Ekaterina es su madre, la que le transformó, y ese vínculo es demasiado doloroso cuando la traición anda de por medio.

Hikarí sorprendió una conversación entre Ekterina y Aquiles y ellos le sorprendieron a él. Lo mantuvieron drogado y encerrado durante todo el tiempo que le estuve buscando, no sabiendo muy bien qué hacer con él; y aunque el verse descubiertos les hizo precipitarse en sus planes, eso no hace que Hikarí se sienta menos inútil e impotente que Kurayami.

Que dos.

Si fuesen chicas, sería normal que se sintiesen aliviadas y contentas de haber sido savladas y no culpables por no haber sido capaces de protegerse a sí mismos. Pero como son dos machos, se sienten estúpidos e inútiles por haber dependido de mi. Quizá debería decirles que al fin y al cabo soy la protagonista de esta historia y lo logico es que yo sea la heroína, ¿no?

Diario de Akeru CXVII

reflejos en el espejoUna semana después, Aquiles y Ekaterina fueron juzgados. Su principal delito: haber intentado destruir a Kurayami, el Primer Vampiro y padre de todos ellos. Los jueces fueron los seis vampiros restantes que junto con Aquiles, eran nombrados los Siete: Lubos, Svenson, Klavdiya , Gredel, Domhnal y Bayaarma.

Fueron narrados los hechos por los testigos -Hikarí, Kurayami, Vlad, Yasu y yo misma- y escuchados sus motivos, que se redujeron a lo de siempre: ambición y sed de poder por parte de Aquiles; venganza y celos por parte de Ekaterina. Me hubiera gustado que por lo menos en eso hubiesen sido originales, pero no fue así.

Aquiles quería dominar el mundo, algo tan patético como eso. Un malo de serie B, maquilador de complejas conspiraciones; absurdo y penoso. Ekaterina… Bueno, ella fue fiel a su naturaleza egoísta y posesiva: si Kurayami no podía ser suyo, no iba a ser de nadie. Nunca ha llegado a comprender lo más fundamental en una relación: no hay dueños, nadie le pertenece a nadie. Cuantas más ataduras y cadenas pones a tu pareja, más la alejas de ti. Si quieres a alguien de verdad pero ha decidido partir de tu lado, lo mejor es dejarle marchar, lamer tus heridas y dejar que pase el tiempo, porque lo cura todo. Y si algo nos sobra a los vampiros, es tiempo ¿no?
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Diario de Akeru CXV

francofontanaEn cuanto Kurayami me sacó de la terraza nevada empecé a gritar y debatirme. Quise escapar, aunque no se de que. Tuvieron que ayudarle para impedirme salir a la mañana, pero no lo consiguieron. Me escapé de entre sus brazos y salí a la terraza iluminada por el sol. Recuerdo el grito de horror que salido de su garganta mientras yo me encaramaba por la enredadera primero y la pared después hasta llegar a lo alto del edificio.

-La has perdido- le dijo Aquiles, sentado en el suelo y con la cara amoratada por los golpes recibidos de los puños de Kurayami-. Akeru ya no existe. Se bebió toda la sangre de la Doncella y ahí es donde radica su poder. La Doncella expulsará su alma y se apoderará de su cuerpo -se rió, con una risa carente de alegría-. La próxima vez que la veas, ya no será tu amor, ja ja ja ja. Así que no importa donde me encierres, porque ella me encontrará y me liberará…
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Diario de Akeru CXIV

en_la_camaCuando vi saltar a Kurayami completamente recuperado, casi lloro de alegría y agradecimiento; y cuando vi a Vlad acompañado de Yasu entrar como salvajes, gritando como locos, estuve tentada, durante una milesima de segundo, de dejarles la pelea a ellos para ocuparme de Hikarí, que aún yacía inconsciente a mis pies mientras la luz del sol empezaba a romper la noche. Pero la Doncella se giró, me dio la espalda y yo ya no pensé más.

Me abalancé sobre ella como la araña sobre lamosca pegada a la tela y clavé mis colmillos en su yugular. Bebí su sangre mientras ella intentaba deshacerse de mi abrazo, pero no me dejé. Me aferré a su cuerpo con más fuerza, redeándola con mis brazos, utilizando todo el miedo, la rabia y el dolor que ella nos había causado y no aflojé mi presa ni un solo instante. Bebí y bebí y bebí sin detenerme durante toda una eternidad llena de maldad y dolor, y mientras me bebía su inmortalidad era consciente que la vida se le escapaba a cada sorbo, que si seguía acabaría matándola, y eso me alegró y me reconfortó, pues su muerte estaba más que justificada; muchas almas serían liberadas aquella madrugada en que desangré a una diosa hasta convertirla en polvo entre mis manos, mientras la razón huía de mi alma y la locura se apoderaba de mi…
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Diario de Akeru CXIII

caballeroCuando Vlad volvió al bar después de vomitar -no entendía el aguante de Akeru- ella ya no estaba. Se preocupó, desde luego. Estaba hecha polvo, bastante desesperada, y encima borracha. ¿Quien podía adivinar qué extrañas ideas podían ocurrírsele? Decidió esperar un rato por si volvía pero pasada media hora fue evidente que eso no iba a ocurrir. Le preguntó al barman y este le dijo que se había ido cogidita de un rubio bajito y fornido. Supo en seguida que era Aquiles, uno de los Siete, el más pedante, estúpido y gilipollas de los Siete. Lo sabía bien, le había tratado muchas veces. ¿Qué querría de ella?

Volvió a la fiesta pensando que los encontraría allí, pero no estaban. Los buscó; había algo, una vocecilla -¿quizá contagiada de paranoia?- que le susuraba al oído que algo malo estaba ocurriendo… ¡Maldita sea! ¡Y maldita Akeru, coño, también! Esa muchacha se le había metido muy adentro y ahora no podía dejarla tirada. ¿Era eso la amistad? Apenas podía recordarlo porque hacía tanto que no tenía un amigo…

Preguntó en recepción y por fin sacó algo en claro: habían subido en el ascensor. La cuestión era adivinar a dónde.
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Diario de Akeru CXII

azul-mujer+durmiendoSe despertó en esta habitación, con el sabor de la sangre de Akeru en la boca y la ventana ¿arrancada? ¿Cómo había llegado hasta allí? O mejor dicho, ¿quién le había llevado hasta allí? Intentó moverse, levantarse, pero el cuerpo aún le pesaba demasiado y no le respondía… No tenía ni idea de qué le habían inyectado, pero su cuerpo estaba peleando por liberarse de ello de forma natural, aunque no era suficiente. Le habían dado de beber sangre y eso estaba ayudando -probablemente Akeru, pero ¿cómo?-, y ahora le tocaba a él acelerar el proceso de eliminación, concentrarse profundamente en lo que quería conseguir para lograrlo. En pocos segundos pudo moverse; sus músculos respondieron sin ningún problema y aunque al principio le costó mantenerse en pie, cuando llegó a la ventana ya estaba prácticamente recuperado, milagrosamente restablecido.

Cuando se asomó, vio y oyó algo que le heló la sangre. Akeru estaba en la terraza, con Hikarí en el suelo a sus pies, inconsciente sobre la nieve. Pretendía enfrentarse a la Doncella -maldita sea siempre- y a los dos traidores solo con sus manos desnudas. No podía permitirlo. Pasara lo que pasara, pelearían juntos. Así que saltó.

Diario de Akeru CXI

aloneSi antes las entrañas se le habían retorcido, ahora simplemente lo estaban desgarrando. Sintió auténtico pánico, un terror inimaginable que hacía milenios que no experimentaba. Verla de nuevo, exactamente igual a como la recordba… No, espera. Esas finas arrugas en su cara no estaban antes, y sus manos también habían envejecido. No, no era tan poderosa como antes, pero ¿eso importaba? El día que siempre había temido que llegara acababa de caérsele encima con todo su enorme peso y estaba aplastándolo. La Doncella acabaría con él: igual que lo había creado, podría destruirlo. Pobre Hikarí, pillado en medio de esta guerra, parecía que iba a acompañarlo en su destino, sea cual sea éste. Sólo esperaba que por lo menos Akeru se mantuviese a salvo, porque él ya se había rendido. Las lágrimas se deslizaron por su cara.

-Mi pequeño Venganza…
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Diario de Akeru CIX

en_la_camaMe dolían las heridas provocadas por la escalada y tenía la cara algo hinchada por los bofetones de las dos zorras. Estaba asustada y empezaba a tiritar de frío. Las huellas de mis pies coloreaban de rojo la nieve que pisaba. El dolor, las heridas, el frío y la sangre que había dado de beber a Kurayami, me habían debilitado, pero me negué rotundamente a rendirme.

Me agaché al lado de Hikarí. Había empalidecido mucho desde la última vez que estuve con él; su piel, siempre calentita y agradable, estaba fría, muy fria. Un sollozo de desesperación peleó por subir por mi garganta pero se lo impedí. Ya habría tiempo para las lágrimas, cuando todo terminara. Lo agarré fuerte de los brazos y lo icé hasta mi hombro, igual que había hecho con Kurayami, y estaba esforzándome por levantarme cuando la puerte de la terraza estalló en pedazos con un grito de rabia y por ella aparecieron los tres cerditos.

Mierdamierdamierda.
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Diario de Akeru CVIII

Debía asegurarme que mi intuición era cierta y que estaban en la terraza pero, ¿Cómo? Quizá sí… Me levanté decidida y me encaminé hacia la puerta de mi derecha.

-¿A donde crees que vas?- me preguntó Kat con aires de marquesa.

-A mear- le contesté. Teniendo en cuenta la cantidad de alcohol que me había metido entre pecho y espalda, la afirmación no era del todo mentira.

-Te acompaño- me dijo. Primero pensé «mierda», pero la vampira traviesa que se esconde dentro de mi saltó de alegría. Caminé tambaleándome hacia la puerta y entré en el dormitorio. El baño estaba a la izquierda y hacia allí me dirigí seguida por la pelirroja. Allí estaba lo que buscaba: la ventana. Le pedí que entrara y que por favor cerrara la puerta mientras hacía el gesto de sentarme en la taza del W.C. y cuando estuvo de espaldas, cumplí uno de mis sueños más sangrientos: la agarré por la nuca con mis dos manos y estrellé su cabeza contra la pared una, dos, tres veces, hasta que su cara quedó destrozada y la pared pintada de rojo. Cayó al suelo como un saco de patatas pero no me paré a mirarla. Si estaba equivocada y no estban en la terraza, lo que acababa de hacer podía costarme muy caro.

Arranqué la ventana de la pared y me asomé. Había nevado durante la noche y todo estaba teñido de blanco. La terraza quedaba cerca; me encaramé como un gato y salté.

Gracias al cielo no me había equivocado. Hikarí y Kurayami estaban en el suelo, inconscientes, medio enterrados por la nieve. La única mágia que habían usado con ellos era la farmacológica. Los habían atiborrado a sedantes y dejando a la intemperie para que el sol les jodiera bien. Así que después de todo la Doncella estaba tan jodida como a mi me había parecido.

Bien, el siguiente paso era ponerlos a resguardo. Aún era de noche, pero se olía en el aire que el sol no tardaría en asomar la jeta, así que tenía que darme prisa. Durante los minutos que siguieron di gracias mil veces por los extras que vienen junto al paquete «vampirismo».

Las habitaciones de los pisos superiores no tenían terrazas, sólo ventanas. Una enredadera -gracias, gracias, gracias, oh, señor, por tal regalo- subía perezosamente por la fachada, agarrándose con fuerza. Me colgué a Kurayami del hombro como si fuese un fardo y me encaramé por la enredadera como si fuese la mujer araña, hasta el piso de arriba. No fue fácil y me desollé la piel de manos, brazos y piernas, pero no me importó en absoluto; sólo tenía un pensamiento en la mente: ponerlos a salvo.

32888051.Desnudo1La ventana más cercana estaba cerrada, así que tuve que romperla -¿le cobrarían los destrozos al pobre Vlad?- para poder entrar y dejar a Kurayami sobre la cama. Tenía ganas de llorar pero me aguanté. Kurayami se removió inquieto. ¿Podía ser que reaccionase al olor de mi sangre? Acerqué mi mano desollada a su boca y dejé que sorbiera con ansia la sangre que manaba de mis heridas abiertas, esperando que eso le hiciese reaccionar y volviera en sí. Pero el amanecer se acercaba cada vez más, él no se movía y Hikarí seguía en el suelo de la terraza…

No podía esperar. Volví a la ventana y salté.